Sunday, October 30, 2016

Reencuentros...

Es un domingo de la primavera austral. Son horas de la tarde. Estoy en mi habitación del Palacio Duhau observando a lo lejos el Río de la Plata. Venir a Buenos Aires es siempre entrañable. Esta ciudad tiene mucho de la estética de Madrid, pero también algo Inglaterra y de Italia, y claro, la geografía desbordante de América. La conocí en 1997, cuando viviendo en Brasilia y sintiendo una profunda nostalgia de España no me alcanzaba el dinero para cruzar el Atlántico. Llegué con intención de hacer una rápida escala y recorrer algo del resto del país...pero me gustó tanto que me quedé en ella las dos semanas que tenía pensado estar en Argentina. Restaurantes, cines, teatros, cafeterías, más restaurantes, más cines, más teatros y avenidas, grandes avenidas para caminar...

Desde entonces he regresado en varias ocasiones: en el 2001, cuando la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Unión Europea me envió en plena crisis política, social y económica para verificar si los casos de desnutrición de las provincias del Norte justificaban un operativo de emergencia; en 2003, cuando el río Salado inundó la ciudad de Santa Fé y hubo que dinamitar los muros que la protegían de otro río (el Paraná) para que saliera el agua que entró por donde menos se esperaba...y en fín, en otras ocasiones menos dramáticas. La última había sido hace tres años, cuando todavía se mantenía el corralito cambiario de los Kirschner. 

And here I am once again...
Nunca vengo con tiempo suficiente. Nunca. 
Pero siempre trato de guardar unos minutos para reencontrarme con los teatros Colón o Avenida, donde Gustavo Cerati grabó sus legendarios 11 Episodios Sinfónicos, luciendo una estética del Principito de Saint-Exupery. Por cierto, en estos días en el Colón estaba en cartel Porgy & Bess, la única ópera compuesta por Gershwin, el mejor compositor americano del Siglo XX.

Gustavo Cerati. Un millón de años luz. Desde el Teatro Avenida de Buenos Aires.

Tampoco falto nunca a la cita con el Ateneo, teatro reconvertido en maravillosa librería y tienda discográfica (y cafetería!). En esta ocasión cayeron dos CDs de Cerati que faltaban en mi colección: Ahí Vamos y Fuerza Natural. Me precio de haber adquirido todos los CDs de Cerati y de Soda Estéreo (su banda) en el Ateneo, con excepción de Amor Amarillo, que compré en una tienda discográfica en Lima, Perú.



También hago peregrinaje a la única sucursal que Harrods (los grandes almacenes británicos) abrió fuera del Reino Unido. Los de Buenos Aires siempre los he conocido cerrados, a pesar de estar en un inmejorable lugar para el comercio, en la Calle Florida, muy cerquita de las Galerías Pacífico.

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También me gusta entrar en alguna talabartería y platería de las tradicionales, como Arandú, Cardón, El Boyero o Handycup, y comprar algún detalle en plata, alpaca o los tradicionales cinturones de cuero crudo, un clásico imprescindible en mi armario.

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Parrillas las hay a patadas. Yo, por la cercanía al Ateneo, siempre me dejo caer por Aires Criollos. No siempre pido carne. Tienen una trucha igualmente espectacular. Y cerrar una comida sin panqueques con dulce de leche no es comida en mi Argentina...


No lo mencioné antes, pero uno de mis desayunos preferidos es el que ofrecen en el Salón de Té del Palacio Duhau. El mejor jugo de naranja y café con leche que he probado nunca. Prometido. Acompañados de tres medias lunas de manteca de esas que sólo saben preparar en Buenos Aires (sí, he visitado París...). Todo con mantel y servilletas de algodón (como siempre debiera ser...salvo que se tenga lino) y en un ambiente clásico absolutamente maravilloso.

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Palacio Duhau. El salón de Té está en el primer piso, a nivel de las columnas.

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